Thursday, July 27, 2006

TRATANDO AL ESPECTADOR COMO A UN IMBÉCIL


La marcada tendencia actual que tienen nuestros programas de TV en que hay presentadores, como El Termómetro, o En boca de todos, de usar cada vez más espacio para que ellos mismos hagan menciones publicitarias es enfermizo. En un mar de farándula con total ausencia de contenidos, donde a ciertos horarios es difícil encontrar una opción diferente y con discusión de peso es inaguantable tener que soportar cada 10 minutos una larga mención publicitaria. Está claro que la publicidad es necesaria y que en ciertos casos definen la permanencia de un programa, pero irrita que en un programa como El Termómetro, uno de los pocos en que hay espacio para la discusión y actores relevantes para cada tema, el flujo de la conversación se vea constantemente cortada por la mención que el conductor debe hacer de algún producto. ¡Y MÁS ENCIMA SIEMPRE LA MISMA FRASE! Es una redundancia que satura y aleja a los espectadores de la atención buscada, porque más encima se trata de productos que acabamos de ver en un comercial que dice exactamente lo mismo.
Espacios tan valiosos como estos programas no pueden desperfilarse por tanto abuso comercial, la teoría de los rendimientos decrecientes perfectamente se aplica a este caso: insistir en el mensaje no es el camino para que este ogre su objetivo.

2 comments:

vieiris said...

lamentablemente, amigo mio, de la publicidad vive la television, sea el espacio que sea, sea el programa que sea, viven de eso y eso es lo que los caga... lamentablemente es a nosotros los espectadores a quienes nos caga la publicidad en ese tipo de programss... pero recuerde a lassarsfeld y su premisa acerca del publico como una masa atomizada de espectadores abiertos a recibir cualquier tipo de mensaje que se les quiera entregar...

si bien es un postulado de los agnos 40... aun hay ciertos batracios comunicantes que la siguen considerando como funcional y eficiente... preguntele a nuestros politicos tambien...

Alvaro said...

Primero, la estructura de la tele no permite el desarrollo del argumento sino sólo la exposición de las conclusiones, no hay tiempo para más. Segundo, del Río tampoco es una lumbrera. Tercero, la publicidad se traga más fácil cuando es acompañada de sensaciones agradables y tener un panel de genios suele ser interpretado por el espectador como que él mismo es un burro...muy desagradable. Eso quiere decir que no hay que pedirle a la tele las cosas que no puede. No hay salud!

 
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