Tuesday, September 26, 2006

La revolución ad portas
















Yo no soy alarmnista, pero la realidad nos supera. La acumulación de manifestaciones de descontento ciudadano que han tomado cuerpo este año llama la atención por su vehemencia, su capacidad de discusión y recurrencia.
  • Primero los estudiantes secundarios detonaron una crisis que se observaba cotidianamente hace más de una década.
  • Los dueños de camiones empezanron una movilización que amenazó con arrastrar a los automovilistas.
  • Los trabajadores de la salud están en un estado de colapso por el fracaso de las políticas públicas endémicas: pocas camas, insumos insuficientes, atención miserable por sobrecarga de trabajo, bajo sueldos, poco personal, reclamos de los usuarios. El paro ha sido muy largo y las negociaciones difíciles y casi infructuosas, porque la Fenatss aún no cede en sus pretensiones.
  • La realidad carcelaria es paupérrima: el hacinamiento quintuplica las capacidades de las cárceles, con poquísimas posibilidades de reinserción social y nula o muy baja capacidad de reinserción social. Los parientes de los reos se afirman como bastión de su camino delictivo sin la más mínima muestra de arrepentimiento.
  • El nivel de violencia de la hinchada futbolística es creciente: no solo el estadio puede ser peligroso, sino el bus de los jugadores es también un receptáculo de hostilidades.
  • La violencia del once de septiembre no disminuye un ápice y el estado no tiene capacidad de contener ni reprimir la aparición de esa violencia. La incapacidad de la intendencia metropolitana de Santiago para mantener la acción legal contra el lanzador de la bomba molotov contra la Moneda es un ejemplo de pésima administración, determinada en este caso por la disminución del número de abogados que deben gestionar los recursos interpuestos ante la justicia:ante el reclamo del abogado en cuestión, la respuesta del vicepresidente es digna de un patrón de fundo, de los antiguos: parece que hay que trabajar aunque el pago llegue tarde sin expresar molestia alguna.
  • El nivel de competencia y hostilidad entre los diversos actores sociales es cada vez mayor: quienes tienen buenas ideas muchas veces encuentran en otros actores una inusitada oposición, con expresiones realmente fuertes y violentas hacia ellas.
  • La delincuencia, si bien no ha aumentado, sí ha crecido en calidad: los asaltos y robos tienen cada vez más violencia y el aumento de dotaciones policiales no ha contribuido a mejorar la realidad. Importantes estudios que indican las causas de dicha violencia social estriban en la falta de oportunidades, que siempre está relacionada con una educación nula, pobre o inconclusa.
  • Los alcaldes están en una situación límite de sus arcas puesto que no tienen dinero para financiar las pensiones de los próximos maestros que deben jubilar.
  • Las tomas de terrenos de las familias en calidad de allegados o precariedad de vivienda mantiene en vilo a las municipalidades.
Es lamentable ver cómo la clase política no tiene respuestas constructivas ante estas crisis que cada mes alegran al periodismo más sensacionalista. Las discusiones y recados televisivos que se entrecruzan aportan una cuota muy pobre de argumentos que sustenten sus opiniones. Cada vez que escucho a la UDI reclamar contra alguna política de gobierno, por mala que esta sea, me impresiona como gente preparada no tiene la capacidad de articular un discurso constructivo que busque mejorar la realidad, sino simplemente derribar lo que pueda.

Si nos fijamos en la gestión del gobierno, en términos generales, ante cada situación de crisis social en algún área de primera necesidad, se piensan nuevos programas para paliar los problemas, lo que va creando una sumatoria de programas y planes que se apilan desordenadamente, sin que exista una visión de conjunto de todos ellos. Necesariamente, un ordenamiento de esta naturaleza es caótico, pues fácilmente puede generar entropía entre los mismos planes. Esta realidad también atenta contra la ciudadanía, pues lo que ahora aparece como una solución está creando la torpeza del futuro: no puedo creer que en medio del trabajo de la comisión dedicada a presentar las reformas al sistema escolar, que ya tiene una cantidad enorme de personas tgrabajando, haya aún otros sectores que deban seguir planteando medidas de fuerza para ser escuchados. La movilización de los profesores, la permanencia del estatuto docente, la negativa a ser evaluados y a jubilar no pueden ser temas ausentes de la discusión de esa comisión: nuevamente habrá huecos por los que las propuestas puedan hacer agua, y las medidas que se puedan tomar por estas movilizaciones pueden después verse contrariadas por lo que la gran comisión proponga.

Esta realidad no es reflejo de la gestión de la presidenta Bachelet, sino del trabajo realizado por la totalidad de nuestra dirigencia.
Nuestra clase política no está escuchando a la población.

Nuestra clase política no está captando la totalidad del clamor popular. Esta sumatoria de llamados de atención no es normal, es un síntoma clarísimo del cansancio de la gente con las condiciones de vida que nos afectan a todos. No es ético le nivel de ganancias que experimentan las grandes tiendas, su gasto en publicidad, lo que pagan a los resotros que las publicitan versus el nivel de sueldos que están pagando a sus vendedores. No es posible que las temporeras tengan tanta tradición de vida en la pobreza, que los trabajadores del salmón no tengan acceso a los beneficios del crecimiento del sector, que se ha constituido como el segundo productor mundial de salmones (las investeigaciones las encuentran en http://www.dt.gob.cl/1601/propertyname-2283.html).

Si no nos escuchamos entre nosotros, si nuestras autoridades y nuestros políticos no reflexionan y se dan cuenta de que están haciendo un mal trabajo que ha sido una constante, porque no han tenido la capacidad de avanzar tan rápido como el mercado (¡ah, el maldito mercado!), llegará el momento en que nadie vote, como en Estados Unidos.
Esto es un vómito y tiene muy poco de científico, solo es una acumulación de impresiones con un intento de ver la totalidad del tema, que da para tesis de doctorado. SEguramente iré perfeccionando lo que acá expongo, porque el tema me interesa y algo estoy estudiando al respecto. Pero Es imposible quedarse callado ante esta realidad.
Imagino que en otros países la realidad puede ser similar. Por suerte acá en Chile no tenemos la corrupción de Argentina o México.
Dejen su comentario si creen que tengo algo de razón en lo que digo.

Tuesday, August 08, 2006

Entre la torpeza y la ceguera




La reflexión es breve:

  1. El ministro Bitrán tiene razón al eliminar el proyecto del carísimo puente sobre el canal de Chacao. Es demasiada plata a gastar ahora y en el futuro por los usuarios para un tema que puede tener una solución más barata. El ministro está pagando los errores de la administración anterior.
  2. La presideneta fue torpe al señalar que se eliminaba el puente y darse una semana de plazo para tomar una nueva decisión: comunicacionalmente era mucho más prudente esperar esa misma semana sin un anuncio que tanto revuelo causaría, y aparecer dando una solución inmediata, o una propuesta de varias alternativas de solución, de manera de generar un nuevo escenario totalmente propositivo.
  3. Los pobladores y alcaldes de Chiloé son enfermizamente impacientes. En ningún caso se señaló que no habría una propuesta de conectividad mejorada para la zona, solo se señaló que el puente se desechaba por caro. Alegar con tanta vehemencia, con tanto odio sin razón es una muestra clara de la bipolaridad nacional, que jamás ha generado escenarios agradables.

Thursday, July 27, 2006

TRATANDO AL ESPECTADOR COMO A UN IMBÉCIL


La marcada tendencia actual que tienen nuestros programas de TV en que hay presentadores, como El Termómetro, o En boca de todos, de usar cada vez más espacio para que ellos mismos hagan menciones publicitarias es enfermizo. En un mar de farándula con total ausencia de contenidos, donde a ciertos horarios es difícil encontrar una opción diferente y con discusión de peso es inaguantable tener que soportar cada 10 minutos una larga mención publicitaria. Está claro que la publicidad es necesaria y que en ciertos casos definen la permanencia de un programa, pero irrita que en un programa como El Termómetro, uno de los pocos en que hay espacio para la discusión y actores relevantes para cada tema, el flujo de la conversación se vea constantemente cortada por la mención que el conductor debe hacer de algún producto. ¡Y MÁS ENCIMA SIEMPRE LA MISMA FRASE! Es una redundancia que satura y aleja a los espectadores de la atención buscada, porque más encima se trata de productos que acabamos de ver en un comercial que dice exactamente lo mismo.
Espacios tan valiosos como estos programas no pueden desperfilarse por tanto abuso comercial, la teoría de los rendimientos decrecientes perfectamente se aplica a este caso: insistir en el mensaje no es el camino para que este ogre su objetivo.

 
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